lunes, 18 de junio de 2012

De alumno de Alcides a entrenador de "Maravilla"


En la edición digital de hoy del "Diario del Centro del País" se publicó una entrevista de Gustavo Ferradans a Pablo Sarmiento, nacido en las Varillas y hoy el entrenador de Sergio "Maravilla" Martínez, que reproducimos a continuación.

Sergio "Maravilla" Martínez es el boxeador argentino del momento y uno de los tres mejores del mundo, según la consideración de los principales especialistas en este deporte. Pero detrás del carismático boxeador y mediático personaje está su amigo y entrenador, que está ligado íntimamente al boxeo villamariense. Es Pablo Daniel Sarmiento, un ex púgil liviano nacido en Las Varillas, que fue pupilo de Alcides Rivera y que hoy el alumno del recordado "Maestro" sorprende a todos en el rincón de "Maravilla".
Radicado en el Estado de California desde hace algún tiempo, previo paso por España donde permaneció varios años, Sarmiento dialogó con EL DIARIO de su historia y de este momento que comparte al lado de un boxeador que sorprende sobre el ring, pero también en cada reportaje que otorga.
En diálogo telefónico con EL DIARIO, Pablo Sarmiento dialogó en extenso sobre su presente, su pasado y su actualidad con Sergio Gabriel "Maravilla" Martínez, uno de los mejores boxeadores del momento. Eran cerca de las 19 del pasado sábado cuando el oriundo de Las Varillas comenzó esta charla.
- ¿Qué estabas haciendo?
- Trabajando, recién salgo del trabajar. Lo hago de lunes a sábado, primero antes de las 7 y posteriormente luego de las 13 horas. Ahora estoy en California, pero viajo a España habitualmente porque tengo algunos boxeadores allá. Hemos instalado un campamento con Sergio. Alquilamos un gimnasio donde entrenan varios boxeadores, de varios países, entre ellos dominicanos, españoles y un par de argentinos.
- ¿Qué es de tu vida?
- Tengo tres chicos, me divorcié y ahora estoy en pareja con Anita, una americana que es hija de mexicanos. A mis hijos les gusta el boxeo, pero no los dejo practicar. Quiero que estudien. Al boxeo si lo agarran es porque les gusta, pero quiero que ellos puedan estudiar. Ellos tienen la posibilidad de hacerlo.
- Hablemos de tu pasado, de tus comienzos en Las Varillas. ¿Antes de boxear qué hacías?
- Jugaba al fútbol en Huracán. Luego me enteré que había un gimnasio de boxeo donde estaba Antonio Farías. Fui a ver cómo era y ahí me quedé. Me tiró más el boxeo que el fútbol. Farías fue mi primer entrenador. Y a los 17 años me fui con Alcides Rivera. Ya le había ganado a todos y me llevan con Alcides porque era el indicado para continuar mi carrera. Antes había ido a un Campeonato de los barrios y le gané la final a Fabián Moreno. Qué buen boxeador que era, pegaba durísimo. Luego me voy con Alcides, que fue lo mejor que tuve. Me enseñó todo. La forma que tenía de enseñar era bárbaro, uno aprendía hasta mirando. En ese momento en el gimnasio estaban Jorge Braccamonte, Gustavo Ballas, Raúl Sena, "Mojarrita" Carranza, Víctor Hugo Paz, Sergio Merani, ¡qué nivel de boxeo!
- ¿Y tu debut profesional?
- Ahí mismo, junto a Alcides. Me hizo debutar contra Britos, de Río Cuarto. Con Alcides aprendí muchísimo, maestros como él no quedan más. Los mejores ya se fueron. El mismo me abrió las puertas para irme a Buenos Aires. El me llamó un día y me dijo "usted se tiene que ir". Le costaba que me programaran. Alcides fue un grande. Hasta el día de hoy lo sigo admirando. Con él fui a muchas peleas a Buenos Aires. El me mandó con Juan Carlos Pradeiro, otro gran maestro. Me acuerdo que me acompañó hasta la Terminal cuando me fui a Buenos Aires.
- Contame de esa etapa.
- Allá en Buenos Aires trabajaba en un edificio. Entrenaba con Pradeiro y con él gano la corona Sudamericana. Pero luego la situación era jodida en Argentina y mi hermano me lleva a España. En Argentina con el boxeo se ganaba poco, aunque ahora también siguen ganando poco.
- ¿Y en España, pudiste hacer varias peleas?
- En España hice pocas, alrededor de seis, creo. Estuve un año entrenando. Allá es muy bajo el nivel, nadie quería pelear conmigo. Por entonces trabajaba de seguridad en una discoteca de Madrid. Ahí ganó el título I.B.O. Yo entrenaba con mi hermano Gabriel, que es el que también se lleva después a Sergio "Maravilla" Martínez. Mi hermano fue su primer entrenador en España y yo lo ayudaba en el gimnasio.
- ¿Luego te sale la chance de ir por el título I.B.O.?
- En un momento decido retirarme, por el 2001, y justo me llaman para pelear con el campeón de España en Barcelona, Miguel Angel Peña, y me dan empate. Ahí me sale la pelea con Billy Schwer, en Londres, y le gano por nocaut técnico en el round 11. Gano el cinturón mundial de la I.B.O. A esa pelea fui ciento por ciento entrenado y lo pasé por arriba. El venía con un gran récord y nadie lo había tirado. Al título lo defendí cuatro veces con éxito.
- ¿Cuándo te retirás y a qué se debió?
- Hago una defensa ante Michael Ayers, a los cinco meses de la anterior pelea, gano por puntos. Al año siguiente voy a defender a Sudáfrica contra Carr Stephanus, le gano por nocaut en el segundo. Luego voy a Inglaterra y derroto a Gary Ryder por abandono en el octavo. Y luego, al año, sale una posibilidad de ir a Essex (Inglaterra) ante Colin Lynes y me la roban en Inglaterra. Hice un combate más en España y me retiré. No tuve bolsas importantes, pero me sirvió para comprarme una casita en España.
- ¿Cómo surgió esto de empezar a enseñar boxeo?
- Cuando me retiré seguí dando clases. No le daba clases a boxeadores. Acá gusta, pero no hay nivel. Le daba clases a mujeres, niños, todo recreativo, a modo de defensa personal.
- ¿Qué otros pupilos tenés hoy?
- Tengo al dominicano Fortuna, al argentino Israel "Cachito" Pérez, que llegó el 4 de junio. Me dijeron que era problemático, pero nos sentamos a hablar y a marcar pautas y es un pibe que entrena, ayuda, se incorporó al equipo también Héctor "El Tigre" Saldivia, que llegó hace dos meses. Acordate lo que te digo: van a ser campeones. Te lo digo yo.
- ¿Cómo terminás siendo vos el entrenador de “Maravilla”?
- Mi hermano era su entrenador, pero tuvo que retirarse de esa actividad por problemas personales. Entonces lo agarro yo, que soy amigo y que hemos compartido entrenamientos y trabajos allá en España. La primera pelea a la que voy al rincón como su entrenador es con Paul Williams (N. de la R.: 5 de diciembre de 2010 en Atlantic City, donde pierde Martínez por puntos en 12 asaltos por título C.M.B.).
- Ahora tenés más pupilos. ¿Qué les pedís a tus boxeadores?, ¿qué les enseñás? ¿Seguís lo que te enseñó Alcides Rivera?
- Hasta ahora me llegan todos hechos. De todos modos les voy dando el toque mío. A todos les inculco que antes que nada deben saber defenderse. El que no sabe defenderse tiene la mitad de la pelea perdida. Yo entiendo que deben saber pasar, bloquear, cabecear, dar el pasito al costado, hacer pasar de largo al rival. Son pocos los que hacen eso. Esa es la escuela que tuvimos con Alcides, lo que aprendimos los que tuvimos el orgullo de estar con él. Lástima que casi ninguno fue luego entrenador. No es fácil de enseñar. Hay algunos que deberían entrenar más, como Sena o Quartapelle, esos sabían muchísimo.
- ¿Cómo es tu relación con “Maravilla”?
- Estoy con “Maravilla” desde que él llegó a España, entrenamos siempre juntos. Yo a España llegué en el año 2000 y él en 2002. Desde entonces estuvimos en el mismo equipo. A los dos nos entrenaba mi hermano. Cuando Sergio llegó trabajamos juntos en un boliche, a él por ser más nuevo lo mandábamos a la puerta. Luego lo pusimos a dar clases de boxeo. Con “Maravilla” somos amigos. Todo lo que hace en Estados Unidos lo manejo yo. Nos comunicamos mucho, con la mirada ya nos hablamos. El me mira y ya sabe qué quiero que haga. Empezamos a trabajar juntos. Mi vínculo con él es como pasa con todos los entrenadores con un boxeador, me llevo un porcentaje de sus bolsas. Soy su entrenador en Estados Unidos y además tiene dos manejadores: Sampson Lewkowitz y Lou Di Bella.
- “Maravilla” cada vez que ha habla de vos lo hace con gran respeto. Te nombra siempre…
- Pensé que no me había nombrado (bromea). Con Sergio nos entendemos mucho. Pero él hace una pelea acá en Estados Unidos, se queda un tiempo más y se va a España. No le gusta Estados Unidos. Acá tiene muchas cosas y tiene la tranquilidad de que yo se las manejo. Vivimos en una casa en Oxnad, a 40 minutos de Los Angeles. Es casi un castillo, al lado de la playa, en el patio tenemos un pequeño muelle propio.
- ¿Te imaginaste alguna vez estar viviendo todo esto?
- La verdad que nunca me imaginé que iba a vivir esto con Sergio. La casa es increíble, tiene jacuzzi, sauna, baño a vapor. Tenemos cuatro carros (autos). Pensamos en seguir haciendo las cosas bien. Él tiene que seguir trabajando para ser conocido. En el rincón, gracias a Sergio, he vivido cosas increíbles, como que Miguel Díaz (un reconocido entrenador argentino radicado en Estados Unidos) fuera mi ayudante en varias peleas de mis pupilos. Sabemos que cuando nosotros nos radicamos acá para abrir un gimnasio hubo gente a la que le chocaba, pero nunca tuvimos problemas.
- Entre otras cosas que viviste, una fue estar en el Madison, con grandes protomotores.
- Entrar en el Madison es ¡¡fantástico!! Cuando peleó Sergio, el estadio se venía abajo. Era la fiesta de los irlandeses, había muchos argentinos. Entrar ahí y oír el griterío de gente y las luces que te siguen es espectacular, pero con Sergio tratamos de vivirlo como algo normal. Nos conocemos tanto que lo tomamos como algo normal. Cuando terminó nos quedamos hablando y dijimos ¡qué hemos hecho!
Tengo muchos boxeadores, con todos ellos siento nervios cuando suben a un ring, pero con Sergio no. Sé que sabe muchísimo. Sé cuando sintió una mano, conozco sus gestos.

- Contame más de él…
- Él viene a Estados Unidos a entrenar dos meses antes de cada pelea y se queda luego otros dos meses. Cómo será que se dedica a entrenar, que luego de aquella pelea en el Madison, que fue un sábado, nos volvimos a California y el jueves siguiente ya estaba con los otros chicos en el gimnasio. Todos los boxeadores entrenan cuando tienen que pelear. Y se equivocan: el boxeador tiene que pelear para una carrera, para ponerse una meta y entrenar para eso.
Sergio lee mucho y es muy inteligente. Cuando se pone a escribir, lo hace muy bien. Vivimos en la misma casa y cuando estamos por cenar, siempre él está en su habitación, que es en la planta alta. Lo tengo que llamar al celular y demora en bajar porque está escribiendo. Escribe sobre la vida, de las cosas que le pasan. Al otro día, cuando desayunamos me las lee y a mí me asombra cómo escribe.

- ¿Cómo es una semana de entrenamiento?
- Con Sergio cuando venimos de entrenar, nos sentamos a ver videos de su rival. Cada uno saca sus conclusiones. De qué manera lo vamos a enfrentar. Sergio entrena más que ninguno de mis pupilos. Los lunes, miércoles y viernes nos vamos a correr a las montañas, estamos desde las 5 a las 7.30 de la mañana, volvemos a la casa, desayunamos, a las 9 lo mira el médico, lo mete en una cámara de oxígeno una hora, para que la sangre esté oxigenada y poder tener mayor capacidad aeróbica. Sus rivales vienen al 200% entrenados, pero Sergio está más. Luego vuelve, se acuesta hasta las 12.30, después tiene entrenamiento en la tabla en el agua, para hacer equilibrio. Aunque no sabe nadar y le tiene miedo al agua, lo hace durante 20 a 30 minutos. En la tabla hay que estar. Ahí trabajan todos los músculos. Al nivel que estamos hay que hacerla con seriedad. A las 13 terminamos, vamos a almorzar, se queda viendo peleas, luego duerme la siesta hasta las 4 y media y nos vamos al gimnasio a hacer bolsa y el resto del entrenamiento. Los martes, jueves y sábado hacemos un rato trabajo de pesas y luego de nuevo a la montaña, el mismo trabajo, pero ahora en bicicleta. El prefiere hacerlo corriendo. Hay cuestas terribles. Venimos, desayuno, de nuevo va al médico y luego la misma rutina de los otros días.
- ¿Y guanteo antes de cada pelea?
- Guantes hace tres semanas antes de la pelea, lunes, miércoles y viernes. Hacemos un trabajo gradual. La última semana es sólo aeróbico.
- Fue mucho lo que aprendiste con Alcides…
- Escuelas como las de Alcides o Don Paco Bermúdez ya no quedan. Para mí Alcides fue el más grande. Un maestro que te enseñaba hablando. Te lo decía a su modo. Era increíble. Era en dos palabras.
- ¿Por lo que conseguiste hasta ahora, sentís que sos el mejor alumno de Alcides?
- No, no. Al contrario. Soy el último. Con lo que conseguí no puedo ser mejor. Hay algunos que pueden ser mejores que yo. Si te referís a como entrenador, siento que seguí sus pasos y he llegado a lo más alto. Ojalá que siga por mucho tiempo sacando boxeadores de ese nivel. Ojalá que sea un poquito de lo que fue Alcides. El era Dios para mí, era lo más grande que yo vi. De corazón, no puedo creer que no esté. Cuando me fui terminamos bien. Después no lo vi más. Hace un tiempo hablaba con Ricardo (su hijo), yo le decía que Alcides me hace falta más ahora que cuando peleaba. Cuántas cosas me estaría enseñando ahora y ayudando. De la forma de hablar, indicar y vendar. Yo siempre miro a los rivales de mis púgiles, llevo una estrategia para pelear. Estoy mirando al rival y se me cruza siempre Alcides. Muchas veces me gustaría tenerlo a mi lado para preguntarle qué tengo que hacer ahora, qué indicación debo dar.
- ¿Te quedan familiares en Las Varillas?
- Está mi vieja, ahí está la María. Hace cinco años que no voy. Estuve con ella hace dos años en Uruguay, cuando llevé a un boxeador a pelear. Ahí la hice viajar. Por suerte ahora puedo mantenerla sin que tenga que laburar. Hace un mes le compré un carro a ella. Mis hermanos Gabriel y Orlando están en España.
- Es increíble cómo mantenés la tonada cordobesa…
- Soy el único que la he mantenido. La gente me lo hace notar. La otra vez me lo crucé al arquero Darío Salas, que está en Dallas, creo que es mánager de un club. El me escuchó hablar el día que nos conocimos y me dijo ¿qué hacés cordobés?