sábado, 30 de mayo de 2015

PERIODISMO DEPORTIVO Y ALGO MAS:
"DIBUJEN MAESTROS"



Dante Zavatarelli y Hernán Santos Nicolini jugaron a un toque, tuvieron muy buenos ganchos y se llevaron el mejor aplauso, el de la gratitud, a su paso por Villa María. El "DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS" publicó la nota de Sergio Vaudagnotto que reproducimos a continuación.

El fútbol, el boxeo y el turf, bordados con poesía y tango, fueron la excusa para que dos cultores del periodismo en estado puro dictaran cátedra ante una afición que acudió ávida de historias y anécdotas.
Con “las tribunas” colmadas de público, salpicadas por presencias como la de un excampeón mundial (Gustavo Ballas), un actual campeón O.M.B. latino (Horacio Centeno), gente de los gimnasios locales, árbitros, dirigentes del fútbol, del gremio anfitrión (encabezados por Pedro Fernández), periodistas de varios medios y amantes del deporte en general, la noche se fue templando.
Tras ser presentadas por su colega, Miguel Angel Juan, las dos leyendas se saludaron y comenzaron a contar las cosas desde el comienzo.
Hernán Santos Nicolini nació en un conventillo ubicado frente al Círculo de Periodistas y empezó a amar el boxeo de niño, escuchando peleas de Pascual Pérez. Su padre le fabricó un “micrófono” con un palo de escoba y relató combates imaginarios y reales hasta el cansancio, o más bien hasta los 16, cuando le dijeron “Pibe, esta que es a seis vueltas la relata usted”.
A Dante Zavatarelli las cosas le vienieron de forma más directa, porque su padre era un periodista del staff de la Oral Deportiva, de aquellas audiciones llenas de romanticismo; de puro amor al deporte.
“Hemos vivido como bacanes, subimos y bajamos de los aviones y, aunque a lo mejor no juntamos muchos mangos, comimos bien y bebimos buen vino, haciendo lo que amamos”, refirió Zavatarelli.
Enseguida abrazó la pelota, la pasó de taco a los pies de Pelé, se la paró de pecho a Maradona y le metió una cortada a Messi. Y consideró que “mejor no compararlos, ¿para qué?”.
“Además, jugaron con reglamentos diferentes: en la época de Pelé no había tarjeta amarilla, la cancha tiene las mismas medidas, pero se acortó porque se corre más y más rápido...”, señaló.
Enseguida se vino “para el ring” Nicolini “Locche”, que hizo guantes con un pibe. Buena cintura, mostró. Y buenas maneras a la hora de golpear en las zonas bajas... pero le robaron la pelea. Dieron empate y Rubén Bracamonte le levantó la mano a los dos (en el boxeo, los fallos localistas suelen estar a la orden del día).
Y se sacó los guantes y siguieron charlando entre ellos y con el público.
Luego se pusieron la fusta abajo del brazo y la “escolasearon” mejor que Leguisamo. No fue ni “por una cabeza”. Hicieron puesta. Bandera verde, mientras Soria entraba en escena con dos guitarristas y canta -él sí- Por una cabeza y Bajo Belgrano.
Hubo tiempo para ver a Monzón contra Benvenutti, con relatos “en vivo” a través de las décadas de Nicolini. Hubo más. Hubo aplausos, hubo afecto para dos tipos enteros, auténticos, que dejaron todo en la cancha.
Gracias, y hasta siempre, maestros.