martes, 30 de mayo de 2017

DAYANA SÁNCHEZ: "CONTANDO LOS DÍAS PARA QUE LLEGUE LA COMPETENCIA"


El sitio web "A LA VERA DEL RING" publicó la nota de Andrés Mooney a nuestras representantes en el Campeonato Continental de Mujeres (Foto de SEGUNDOS AFUERA), que reproducimos a continuación.

Al salón Diquint de Villa Devoto se le caen las medias. En el escenario están Ernesto Cherquis Bialo, el Dr. Roberto Paladino, Natalio Bonavena y Darío Galíndez. Cherquis se apropia del micrófono mientras abraza a los hijos de Ringo y del Leopardo de Morón, y recuerda la noche más emblemática en la historia del boxeo argentino: el 22 de mayo de 1976, cuando un ensangrentado Víctor Emilio Galíndez defendía el título mediopesado A.M.B. en Johannesburgo noqueando en el 15º round al estadounidense Richie Kates, horas más tarde de que en el oscuro burdel Mustang Ranch de Reno, Nevada, asesinaran a su entrañable amigo Oscar Natalio Bonavena.
En la cena de los premios Firpo hay emoción, hay nostalgia y hay un perfume a boxeo que se huele a kilómetros de distancia. Porque esa noche se recuerdan tiempos pasados, pero también se premian momentos actuales. Y en ese presente está Héctor Sarmiento, cordobés ganador de la distinción a la mejor pelea de 2016 que, aun con su estatuilla, se queda con un sabor agridulce: ve cómo Leonela Sánchez, su novia, abandona la fiesta junto con su hermana, Dayana, apenas pasadas las 23. Las Sánchez se van no sin el dolor de haber compartido menos de dos horas con el novio/cuñado/compañero de gimnasio que visitó Capital Federal exclusivamente por ese día, pero con la certeza de que no hay más remedio que tolerar la situación: las hermanas se están entrenando con la selección nacional de boxeo femenino de cara al Campeonato Continental Elite, que tendrá lugar en Tegucigalpa, Honduras, entre el 10 y 17 de junio, y el deporte de alta competencia no entiende de sensiblerías.
"Se van porque las puertas del Ce.N.A.R.D. (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) cierran a las 0", se consuela Sarmiento. Y ellas, con idéntica valentía con que intercambian piñas de lunes a sábados, eligen la misma receta que aplican sobre el ring: la de no exhibir los magullones que provocan daño. “Cuesta mucho, es un esfuerzo, pero son sacrificios que si no los hacés hoy después te vas a arrepentir toda tu vida. Yo sé que la familia, a pesar de que nos tenemos que ir y estar lejos un tiempo, siempre va a estar y nos va a dar aliento; el apoyo incondicional de ellos está y eso es lo que a nosotros nos mantiene firmes con cada uno de los objetivos que nos proponemos. Sabemos que después de esto viene lo mejor, que es volver a verlos”, reflexiona Leonela. “Eso pasa siempre. Desde que entramos acá (en la selección) siempre fue así, y ahora están más estrictos con el tema de la seguridad. Me parece perfecto. A mí no me molesta. Nosotros, si no es por alguna premiación o por una velada de boxeo, no tenemos otro lugar para ir”, razona Dayana.
Y mientras se entrenan en doble turno, se someten a dietas rigurosas e intercambian piñazos, acumulan sueños. La porteña Clara Lescurat, además de ser profesora de educación física, es la representante nacional en los 51 kilos y quien intentará volver al podio después de lograr, el año pasado, la medalla de bronce en el Continental Elite que se disputó en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
“Estamos motivadas, ansiosas, esperando el día de la competencia. El año pasado eran menos países los que competían, y ahora sé que en mi categoría son 12 boxeadoras. Quiero subirme al podio y buscar la (medalla) dorada”, se entusiasma Lescurat, una rara avis dentro del boxeo que, cuando apoya la cabeza en la almohada, sueña con villas olímpicas y no con casinos de Las Vegas. “Quiero estar en la selección un ciclo olímpico más. Quiero ser amateur. Después, ya está. No me gusta el boxeo profesional, porque es todo más arreglado –enfatiza Lescurat, lúcida con y sin un par de guantes en las manos-. Una está acostumbrada, en la selección, a pelear con quien sea, con la que se presente, y en el profesionalismo son los números los que venden y eso no me interesa. Además, el boxeo femenino no está bien pago. Antes que meterme en eso, prefiero ganar salud”.
Y es que no solo de éxitos deportivos vive el ser humano. Dayana y Leonela Sánchez celebran que, una vez más, pueden viajar y compartir momentos inolvidables. “Disfruto mucho viajar con mi hermana. Me gusta esto de poder vivir una aventura más con ella. Con este viaje, son casi 20 los que voy a haber hecho con la selección, y los disfruto como si fuera la primera vez que viajo. La adrenalina y los nervios por pelear no se van nunca. Estamos contando los días para que llegue la competencia, y con ganas de encarar otro ciclo olímpico, porque es posible que se agreguen una o dos categorías al boxeo femenino a los Juegos Olímpicos (N.E.: actualmente, hay solo tres divisiones para las mujeres en las Olimpiadas: 51, 60 y 75 kg.)”, indica la mayor de las hermanas que dirige Virgilio Aráuz.
Suena la campana y el grabador queda a un costado. La charla se suspende y las chicas se van como vinieron, con rostros exhaustos pero sonrientes, como sabiendo que, como dice la canción, al final hay recompensa.
Equipo confirmado
El seleccionado femenino, que viajará el 7 de junio acompañado por los entrenadores Fabián Escalada y Marcos Martínez (y no por Paola Casalinuovo, la excampeona mundial superwelter y nueva entrenadora de las mujeres), estará integrado por: Clara Lescurat (51, bronce en el Continental 2016), Leonela Sánchez (54, oro en el Continental 2016), Dayana Sánchez (64, plata en el Continental 2016) y Lucía Pérez (69, oro en el Continental 2016).