miércoles, 9 de agosto de 2017

SANTOS LACIAR: "CON GIORDANO Y LECTOURE EL BOXEO ERA OTRA COSA"


El sitio web "A LA VERA DEL RING" publicó la nota de Andrés Mooney a Santos "Falucho" Laciar, que reproducimos a continuación (Foto de PROPUESTASAM.BLOGSPOT.COM.AR).

Entre sonrisas y lágrimas de emoción, Falucho recordó a quien fuera su manager. Cómo nació su vínculo, por qué lo envió a terapia, su relación con Lectoure, y mucho más.
“Con (Francisco) Giordano y (Juan Carlos) Lectoure, el boxeo era una cosa; sin ellos hoy, es otra”. A Santos Laciar todavía le duele el fallecimiento, ocurrido ayer, de quien fuera su manager, Francisco "Cacho" Giordano, y no lo disimula. Llora al empresario de Villa Carlos Paz por lo que fue como ser humano, pero también por lo que aquel implicó para el deporte de los puños.
“Los promotores hoy no tienen ni para que un chico salte la soga. No tienen un estadio; los alquilan, los piden prestados. Eso sí: todos les sacan un porcentaje (de las ganancias) a los boxeadores; de eso no se olvidan. Pero a ellos (a los boxeadores) no les dan nada”, dispara Falucho.
- ¿Cómo conociste a Giordano?
- Vine a Carlos Paz a defender mi título provincial en 1977, y era la Semana Nacional del Boxeo. Fue un sábado, el día del cierre de esas jornadas, y gané por nocaut (a Carlos Reyes Sosa, ante quien se había consagrado en su Huinca Renancó natal). Ahí me invitó a quedarme unos días. Me iba a quedar una semana, y me terminé enamorando de la ciudad. Se conectó con Horacio Bustos, mi entrenador, y llegaron a un acuerdo.
- Hay algo que pocos conocen: él, obnubilado con los nocauts del Cañas Carlos Zárate, creía que vos eras un noqueador. ¿Es cierto que hasta te mandó al psicólogo para ver por qué no noqueabas?
- Sí (risas). Él me quiso cambiar el estilo. Yo tenía muchas (peleas) ganadas por nocaut, pero no por ser un pegador, sino que definía antes del límite por la justeza y la combinación de golpes. Yo era un boxeador de media distancia, pensante, no tanto de pegar y poner nocaut a mis rivales. Entonces fui al psicólogo, que estaba a pocas cuadras de la que hoy es mi casa, porque realmente se me había generado una confusión en la cabeza. Finalmente, me ayudó una barbaridad y las cosas, después, me empezaron a salir.
- Giordano fue un empresario que hizo de todo: corrió en T.C., produjo "La Papa de Hortensia", y mucho más. ¿Era un hombre de boxeo?
-¡Claro! Él veía a Jaime Giné, a Tristán Falfán, a Cirilo Gil, a hombres de la san p... Hasta hizo un estadio (el Stadium, cuya construcción demandó la compra del predio de Grandes Almacenes Mayoristas) para el boxeo. Ahí hacía boxeo todos los miércoles, y fue uno de los primeros en llevar al boxeo del interior a Canal 9.
- ¿Cómo era la relación entre Cacho y Tito Lectoure?
- Por momentos, muy tirante. Porque Giordano tenía muchos boxeadores, pero antes de mandarlos a pelear a Buenos Aires veía contra quiénes peleaban y ahí decidía si los mandaba, y eso a Tito no le gustaba. Pero nada más. Muchos creían que Cacho no me dejaba ir a Buenos Aires, y eso repetían los medios de allá, pero no era así, sino que yo no quería irme a vivir a Buenos Aires, porque había estado en 1975 y me asusté mucho. Giordano era de la idea de que el boxeador se entrenara donde se sintiera más cómodo, algo que yo comparto, entonces me entrenaba acá, en el Automóvil Club Argentino (A.C.A.), al costado de la autopista, etc.
- ¿Qué enseñanzas te dejó Giordano?
- Un sinnúmero de cosas. Porque fueron muchos años juntos, compartiendo un poco de todo: cosas buenas, cosas no tan buenas, propias del deporte y de la vida. Aprendí a tener paciencia para enfrentar un montón de situaciones y poder tener una buena vida. Él era un hombre con mucha seguridad en lo que hacía, muy convencido de que las cosas eran como las hacía.
FUEGO: ARRIBA Y ABAJO
El 16 de mayo de 1987, Laciar afrontaba un compromiso bravo. Tras empatar en Córdoba, Falucho iba por su revancha contra el mexicano Gilberto Román, en Reims, Francia, por el título supermosca del Consejo Mundial de Boxeo (C.M.B.). Y ahí, como lo había hecho siempre, Giordano custodiaba de cerca a su pupilo. Hasta que, de pronto, ocurrió algo inesperado.
“Estábamos por pelear en Francia, contra Román, y era una pelea dificilísima. Nos pusieron sobre un tablón para ingresar al ring –recuerda el excampeón mundial mosca y gallo jr.-, y tiraron fuegos artificiales y prendieron fuego, como parte del show. Y él vio eso, y me agarró del brazo y me tiró debajo de la pasarela. ‘¡Se prendió fuego! ¡Se prendió fuego!’, empezó a gritar. ¡Me pegué un porrazo! En la transmisión se ve cómo desaparezco de la imagen. Me dolía la pierna después, por el golpe. Pero igual las cosas nos salieron bien y ganamos”.
Como cuando se lo invita a hablar de boxeo, Laciar se ríe. Y se emociona, porque invoca a los suyos, a los amores de siempre –“Giordano fue dirigente de Talleres junto con Amadeo Nuccetelli; yo también estuve en el club con Amadeo, entre el 83 y el 84”-, y a los que ya no están: como Horacio Bustos, que falleció hace dos años, o como Cacho, que no parece pero acaba de irse.